domingo, 3 de junio de 2012

¿Qué ética política?

   El ministro Montoro no se caracteriza por su habilidad dialéctica ni por su talla intelectual. Por intelectual me refiero a la dimensión formativa-reflexiva de la persona. Hoy le he escuchado que las medidas adoptadas por el gobierno están dando sus resultados.

  
Se refiere Montoro a la efectividad de los recortes en tanto que está disminuyendo el déficit público. Haría bien el ministro en considerar que, efectivamente, se está disminuyendo el gasto público en asuntos tan transcendentales para una sociedad como son la educación, la sanidad, la dependencia, los derechos laborales, entre otros.

   Significa esto que estamos hoy peor que ayer, pero mejor que mañana.

  Se cierran centros de atención sanitaria en poblaciones, quedando desamparados y a su suerte los vecinos que habrán de acogerse como hace años a las recordadas “igualas”, los que puedan pagarlas, claro, a médicos ejerciendo en lo privado sumando los regalitos por Navidad que es muy típico del carácter agradecido de esta tierra.

   La sra. Teniente no tiene talla política para enfrentarse a la situación actual, se ejercita en la marrullería de los incompetentes. Representa Teniente el desnortado gobierno que sufre Extremadura. Me enternece, sin embargo, Pedro Escobar cuando afirma rotundo en la calle, en el fragor de la lucha, y en la justa reivindicación de las manifestaciones populares contra el cierre de esos centros, que “si depende de Escobar esto se va a parar, si él tuviera 30 diputados, esto se para”. Escobar sueña con el liderazgo de la izquierda en Extremadura, por eso hace oposición a los socialistas y sostiene al gobierno de Monago a la vez que intenta oponerse. Vive, Escobar, en un flujo y reflujo de sinsentidos, en el gran magma de la contradicción. Cascos se rebela; Nogales, pace. Otro más cercano “está” en “estado virtual por su valía –se dice-profesional” (Espero impávido desde ya los comentarios del “tú más” y “que los socialistas y populares hacemos la misma política”. Ya se ve, ya se ve, ¿verdad?)

   Mientras tanto, los alumnos en clase se harán más sociales y conocerán a más compañeros pero no a fondo de tantos que serán; sin embargo, amigo, hay que pagar un precio y este será la disminución de la calidad de la enseñanza y la atención personalizada que todo acto educativo necesita.

   Los enfermos crónicos renunciarán “voluntariamente” a su imprescindible cuidado médico porque “la pela es la pela”, total qué más da ya si yo no valgo para nada, si para lo que estoy aquí es para estorbar.

   Los trabajadores conformados con la suerte, como en lotería, de tener un puesto de trabajo no muy bien renumerado, la verdad, pero que los tiene ocupados y de “ocupados que están hasta codazos y muerdos darán por seguir ocupados” mirando al lado y detrás y “que a mí no me toque, oiga”.

  Y los pequeños empresarios y autónomos que se les ha dicho que son ellos los proveedores de la sociedad y generadores de empleo y riqueza, verán reducido su papel a la producción marginal de la llamada economía real disfrazada de competitividad y excelencia, como si los “emprendedores” de los países emergentes fueran “tontos” en conocimientos y tecnologías.´

   Y después, los tiburones de las finanzas que se devorarán unos a otros por hacer ganar más y más a los que se enmascaran y se nominan  mercados de vergüenza que no tienen. Éstos son los dueños, y no hacemos una “hostia” por conocerlos, tan solo sea para “felicitarlos” por su sagacidad y astucia.

   Esto a Montoro le importa un bledo, él va a lo que va, es el aprietatuercas de la real politik.  Es así, aunque me cueste decirlo, y es que asusta la dimensión del discurso del ministro, porque de seguir por esta dirección podría plantearse niveles de gasto público por debajo de los “conseguidos” continuando así in aeternum  disminuyendo el “déficit para el saneamiento de su carga en el PIB”. La consecuencia de semejante empeño es la descomposición de un Estado “social” del que aflorará, como la maleza, un sistema “antisocial”, desarticulado, sin valores ni principios en común.

   Es bueno saber de economía y de finanzas, aunque de mucho no nos sirve a nosotros lo que tanto saben otros de estos asuntos. Sí sabemos, desde luego, lo que de beneficios algunos obtienen del mundo de las finanzas, que están como cerditos en lodazal, disfrutando de lo lindo, y lo vuelvo a decir: donde viviendo están por encima de nuestras posibilidades.

   No dudo que Montoro haya leído (estudiado) mucho y tenga extraordinarios conocimientos sobre el mundo económico, no me propongo poner esto en tela de juicio, no lo sé. Damos por bueno su currículum. Pero, a la luz de sus intervenciones, sospecho que poco ha leído de derecho natural y de ética política; o, al menos, parece no recordarlo si alguna vez así lo hubiera hecho.

   En mi opinión, el sr. Ministro haría bien, y mejor nos vendría a todos nosotros, que se esforzara –es una sugerencia- en comprender cómo debe ser y cómo debe organizarse la societas civilis y, asimismo, reflexionar sobre los valores, los principios que han de regir esa sociedad; en definitiva, por los valores y principios por los que ha de gobernarse y ser gobernada la sociedad a la que aspiramos desde el derecho natural que nos asiste como personas, de modo que se cubran, se satisfagan nuestras necesidades, nuestras demandas como seres humanos; esto es, se reserven siempre los derechos de todos, tanto individual como colectivamente.

   Montoro necesita la brújula de la ética política. Sin ella, su función en el gobierno de España me desconcierta. Nunca sabré qué planes idea el ministro, pero sí estoy seguro que no van en el sentido de crear cuerpo social, sino grupos de intereses. Allí donde prima el interés se conforman grupos superpuestos. Hace falta una ética política, Montoro carece de ella. ¿Y Rajoy?

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